miércoles, 23 de noviembre de 2011

Capitulo 3


Félix, tumbado en su cama, suspirando por Juan, escribe en su diario:
"28 de octubre de (jueves)
No dejo de pensar en Juan aunque mis sentimientos hacia él aún no son muy profundos. pero siento que algo dentro de mi está naciendo. Me lo dice mi corazón cada vez que miro a Juan. Es adorable. Me gusta pero tampoco es para decir que me vuelve loco ni que sea alguien especial. Es encantador, aunque creo que un poco tímido pero es muy rico en expresividad. Muchas veces lo que no dice con palabras lo dice con gestos del rostro. Lo adoro y aunque creo que lo que pueda sentir por él no es preocupante la verdad es que he de reconocer que sí es importante para mi. Es por él que me siento vivo, voy a clase sólo por él. Sé que tengo que estudiar pero eso no es una prioridad. Lo que me motiva a ir a clase, a vivir es Juan. Cuando veo a Juan me siento tan feliz, me encanta estar en su clase aunque claro, más me gustaría intimar con él pero eso ya me lo puedo sacar de la cabeza, él jamás se fijaría en un tartamudo, tan guapo él. ¡¡claro que no¡¡Lo mejor es que no me ilusione con él. No quiero quererlo, me da miedo enamorarme y espero que eso no pase. Aunque no me importaría amarlo, al contrario, si fuera correspondido. ¡eso sería mi sueño¡¡ Es el chico más adorable que he conocido nunca y me encantaría entregarle mi corazón. Mi vida entera se la daría. Me gustaría mucho que él fuera mi amor. No me importaría morirme si antes me he fundido en sus brazos. ¡¡cómo me gustaría compartir mi vida con él tal y como narraba en esa historia que le he escrito¡¡ Tengo cuatro días de fiesta. Por un lado me encanta pero por otro lado estoy muy triste porque no lo podré ver. Recién hace unos minutos que lo he visto y me muero de ganas por verlo otra vez. La semana que viene la gente, en lite, empezará a exponer temas oralmente y él será uno de ellos. ¡¡lo estoy deseando, puede ser alucinante¡ Espero que salga delante de todos y así lo podré admirar bien y sentir su bella voz un buen rato. Aunque no quiero me estoy ilusionando con él. Es una bellísima persona y no sé hasta dónde pueden llegar mis sentimientos hacia él. Soy tan feliz cuando estoy a su lado que creo que debe ser lo máximo estar enamorado de él, me encantaría amarlo pero siendo amado por él."






Después de 4 días de fiesta, por fin Félix va a clase. Cuando sale del lavabo oye que alguien lo saluda. Es Juan y el guapo joven suspira enamorado. Juan lleva unos tejanos normales que le hacen un trasero muy bonito. Félix se fija y le gusta. Le cuesta mucho no estar mirándolo todo el rato. Aunque Juan hace como si nada, no es tonto y se da cuenta que al guapo joven cada día él le gusta más. Para Juan es un simple compañero más. Félix sólo tenía dos clases y se va corriendo porque a las ocho, por ser día de los difuntos, la madre de Félix quiere que los dos hijos la acompañen a misa para rezar por la memoria de su esposo. Gloria apenas sale de casa, sólo a misa para llorar al hombre al que ha dedicado su vida. Félix y Adrián van por obligación, por acompañar a su madre, Ninguno de las dos es demasiado misero. Aunque los dos hermanos lamentan la muerte de su padre no les apetece nada seguir yendo a misas. Ambos hermanos piensan en sus cosas, Adrián recuerda la juerga que se ha corrido en esos días de fiesta en los que ha tenido mucho sexo tanto con chicos y con chicas. De hecho hasta un trío (él estaba en medio) con una chica y un chico y Félix piensa en Juan. Juan día a día le va gustando más y siente que no es un chico como los demás, que es alguien especial. Almenos eso le dice su corazón cada vez que lo mira. "hay algo en su interior que lo hace especial" --dice Félix para sí.

Por su lado, Juan está en una plaza que hay más abajo de su casa con su perro, un Husky Siberiano. De repente llega un hombre de 25 años. Impresionante. Es rubio y a Juan le gusta mucho. En seguida se siente atraído hacia él. El hombre pasea a su perrito.
--hola. ¿eres nuevo? nunca te había visto –Juan.
El rubio sonríe. A Juan le parece que le coquetea y todas sus hormonas se disparan.
--¡¡ojalá sea como el del auto, ya hace días que no chingo¡¡ --dice Juan para sí.
--Muerde?
Juan, que mira solo el cuerpazo del hombre, le pilla la pregunta desprevenido:
--¿¿que??cómo?
--que si muerde el perro.
--¡¡no¡¡no¡¡
--el mío tampoco.
El explosivo rubio lo mira coqueto y Juan está a cien. Nada le gustaría más al guapo Juan que llevarse también a este a la cama. Juan es muy coqueto con el hombre que tiene delante. Está seguro que logrará acostarse con él esa misma noche. Los dos se miran con mucha intensidad.
--ya la hiciste --se dice Juan así mismo-- eres un genio, macho. Hoy también mojas. Este te va a dejar seco.
El rubio lo mira de arriba abajo. Le gusta el cuerpo de Juan.
--lastima que sea un crio --dice para sí-- y además es de los que se creen que son un regalo, que pueden hacer lo que quieran con cualquiera. Pero ya va bien que uno pueda estar con un chico al que pueda manejar. ¡¡me parece que me voy a divertir bastante con éste¡¡
Juan lo mira fascinado. Como es mayor que él, Juan espera que sea él quien dé el primer paso.
--aunque de la manera en la que me mira --dice Juan para sí-- tampoco va a pasar nada si soy yo el que da el primer paso.
--¿que te parece si vamos a algún sitio?¿no sé...? --y como si no lo tuviera pensado-- a mi casa –dice Juan.
El rubio sonríe:
--vaya, eres muy guapo y sí me encantaría.
Juan se felicita por dentro, tiene una mano detrás y la mueve con intensidad.
--¡¡lo lograste, lo lograste¡¡ --piensa.
Pero el rubio se pone serio y dice:
--pero se podría malentender.
Juan lo mira con el rostro desencajado por la sorpresa:
--¿¿qué?¡
El rubio habla con ironía:
--yo sé que lo dices sin malicia, que sólo quieres que hablemos. Todo muy inocente. ¿no?
Juan no se esperaba esa:
--bueno, si claro... --dice con cara de no.
--pero es que la gente es tan mala. Imagina si me ven entrar a la casa de un chico tan guapo.
Juan piensa rápido:
--vamos a tu casa.
--ay que gracia, es que mi casa no es motel --irónico.
Juan traga saliva.
--bueno --dice el rubio haciéndose el inocente-- ya sé que no es eso lo que pretendes de mi. Un chico tan dulce como tú jamás se acostaría con un hombre al que no se ha presentado. Ni sé cómo te llamas ni sabes mi nombre. Ni siquiera sabes si soy gay.

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